Cuando nació Lao tenía el cabello blanco y el rostro arrugado. Como además tenía orejas más grandes de lo normal se lo llamó Li-Ar (orejas de ciruelo). Hubo quien lo nombró Li-Tan (orejas grandes), pero finalmente se lo conoció como Lao Tsé ( el viejo sabio). En el estilo de sus enseñanzas podríamos decir que “lo que es nombrado carece de nombre; lo que tiene orejas grandes no es escuchado con gran interés; el que no es escuchado tiene mucho que aprender de sí mismo”. Lao Tsé aprendió de la naturaleza y de sí mismo los grandes secretos del Tao, el paradigma del camino, de la vía celeste. Camino que recorren todas las cosas y que está escondido para los ojos demasiado grandes, siendo sólo visible para aquellos ojuelos que se abren cuando todos se cierran. Lao Tsé compuso un breve poema sobre el Tao, el Tao Te Ching, un maravilloso poema en el que valiéndose de paradojas y de aparentes contrasentidos, apela a nuestro poder intuitivo para que descubramos el modo en que la Fuerza de la Vida fluye a través de las permutaciones de los elementos, Yin y Yang. Estas palabras aluden a los principios polares complementarios que presiden los acontecimientos y determinan la cualidad de las cosas. Pasividad y actividad, materialidad y espiritualidad, receptividad y expansividad, entre otros posibles significados, este concepto alude a un código que programa todas los fenómenos, objetos y eventos.
http://www.upasika.com/docs/china/Lao%20Tse%20-%20Tao%20Te%20Ching%20Ferrero.pdf
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